La fotografía gastronómica es un festín para los sentidos, donde cada plato cuenta una historia de sabor y creatividad. No se trata solo de capturar imágenes; es una celebración del arte culinario, un deleite visual que invita a saborear la experiencia. Desde el primer bocado hasta el último suspiro de satisfacción, mi objetivo es inmortalizar la esencia de cada creación, resaltando los colores vibrantes, las texturas irresistibles y el amor que se vierte en cada receta.

La creación de un plato es un ritual que combina técnica y pasión, donde cada ingrediente es seleccionado con esmero y cada técnica es una forma de expresión. Para un chef, este proceso es tan significativo como para mí lo es la captura de cada imagen; ambos buscamos transmitir pasión y dedicación a través de nuestra obra. Así, cada fotografía se convierte en un homenaje no solo al plato, sino también al arte y la labor que hay detrás de él. En cada toma, busco captar la chispa de felicidad que surge al disfrutar de un buen plato, transformando un simple momento en una obra de arte que despierta el apetito y la imaginación.